miércoles, 16 de mayo de 2007

Letrinas literarias

A veces los mejores homenajes los brindan los enemigos. Y un estupendo homenaje es el que un anónimo (o seudónimo, da lo mismo) acaba de hacerle a Gustavo Faverón argumentando que la aparición de blogs anónimos -que él llama graciosamente "alternativos"- se explican por esta lógica: "Si existe ese espacio anónimo y donde se dicen las cosas como son, aun desde el anonimato, es por la actitud autoritaria y facistoide tuya, que cerraste los comentarios de tu blog".
Con eso, el anónimo coloca al blog de Faverón, "Puente aéreo" en el primer lugar de importancia dentro de los blogs literarios peruanos, hasta tal punto que si Gustavo aceptase incluso los comments basura ya no serían necesarios más blogs en el Perú. Si tenemos en cuenta de que ningún blog literario peruano es financiado o pertenece a una empresa, y que todos surgen gratis y espontáneamente, casi todos alojados en el mismo servidor además, la importancia del de Gustavo (que subraya el anónimo) ha sido ganada a pulso, por sus propios méritos y la calidad de su blog y de sus reflexiones. Ni sus mejores amigos podrían hacerle un homenaje tan merecido.
Pero ¿a qué llama este anónimo "actitud autoritaria o facistoide"? ¿Qué clase de comments borra Gustavo? Que yo sepa, solo dos tipos: aquellos que insultan canallescamente a personas o colectividades, y aquellos que implican calumnias o injurias. Todas las demás discusiones, incluso aquellas opiniones contrarias a las suyas que se repiten hasta el tedio, son aceptadas. Entonces, ¿qué encontraremos en estos blogs "alternativos"? ¿Discusiones, polémicas, puntos de vista distintos al de Faverón? Nada de eso. Encontraremos solo lo que "Puente Aéreo" no permite: injurias, canalladas, calumnias, insultos. No está mal, entonces, calificarlos de "blogs basura" o mejor "letrinas" (suena más literario) porque lo que ahí se almacenan son los sedimentos, la basura, la cáscara inservible que se produce necesariamente en toda discusión literaria sustanciosa. En todas las comunidades -y también en la blogósfera, por tanto- existen lugares para almacenar estos sedimentos: se llaman "basureros".
En su blog "Parque de las leyendas", Carlos Gallardo se aúna a estos blogs basuras pero de manera patéticamente distinta. No nació, como otros, para que la gente deposite sus miasmas ahí sino que nació como un blog de opinión de un escritor joven que tiene una enorme confianza en sí mismo. Pero en su megalomanía, enamorado de sus ideas, no supo administrarlo con prudencia y su blog terminó convertido en silo. Al fin y al cabo, un lugar que nació para almacenar basura y uno que nació con otro fin pero terminó sirviendo de tacho son exactamente lo mismo.
Gallardo, desde luego, lamenta mucho los insultos anti-semitas contra Faverón, o de índole personal contra otras personas, pero aclara muy juicioso: "A quienes esperan filtros, les recuerdo que tampoco esperen filtros cuando salgan a diario al mundo real. Allí también hay mucho por hacer y eso no se logra con censura, sino con libertad". Con esa frase, Gallardo ha creado un híbrido más inverosímil que las criaturas fantásticas de sus cuentos: el cruce entre el liberalismo escolar y el anarquismo trasnochado. Habría que decirle, eso sí, que en el "mundo real" sí existen filtros. Y que esos filtros existen, justamente, para defender la libertad de las personas y asegurar una convivencia pacífica ante personas tan distintas y todos con los mismos derechos. Para eso nacieron estos filtros: la constitución, las leyes, los reglamentos, la justicia, el sentido común.
Si estoy en un restaurante y escucho que un sujeto se pone de pie antes del postre y grita: "todos los judíos debieron morir incinerados", espero que el administrador expulse a ese tipo. Si organizo una discusión entre escritores y veo que uno de ellos, o alguien del público, ofende con injurias sobre su vida privada a los expositores debo detener el evento hasta que se proteja el derecho de mis invitados a expresar sus opiniones sin por ello ser agredidos. Proteger el derecho de los demás no es censurar (palabra que produce las pesadillas de contestario adolescente de Gallardo). Censurar es decirle a quien está expresando libremente una opinión judío, es ofender a una muchacha que entra a dar una opinión o a un escritor joven que hace una serie de preguntas válidas. ¿Qué otro fin tienen esos ataques que la censura contra las ideas libremente expresadas? Cernsurar es atentar contra la expresión libre. Por ello esos filtros sociales no están creados para impedir el incesto o el derecho a disentir públicamente, como teme Gallardo, sino para prohibir aquello que lesiona el derecho de los demás y, por lo tanto, su libertad: violación, robo, pornografía infantil, asesinato. La injuria y la xenofobia son parte de esas lesiones y todas las sociedades liberales tienen una posición clara contra ellas. Un lugar en el que se permite que se agreda a alguien por opinar es un lugar que admite la censura.
Pero el mayor filtro social es la responsabilidad. Si me hago dueño de un pequeño espacio, incluso de uno virtual, y permito que la discusión se rebaje con insultos e injurias en nombre de la "libertad de expresión", soy cómplice de los mismos aunque me sienta "consternado" (sic de Gallardo) por lo sucedido. Si permito que en el lugar que yo administro o gobierno se digan públicamente expresiones racistas contra un sujeto que está tratando de defender una postura racionalmente, soy tan responsable por ello como el que insulta. Si entro al blog de Gallardo y dejo un enlace a una página de pornografía infantil, y Gallardo aunque se consterna no lo borra porque "en la calle no hay filtros", se juzgará no al degenerado sino al administrador que permite -y al permitirlo, justifica- esas expresiones.
Lo que más me molesta de la actitud de Gallardo es que se limpia las manos, en actitud indolente, Raskolnikov criollo que se considera impune al defender sus principios aunque estos pasen por encima de los demás, como si pudiera administrar un lugar donde la gente salpica mierda y no terminar embarrado. Un blog es una responsabilidad y si yo permito que en el mío existan mensajes basuras, por más "librepensador" que me considere soy parte de la basura.

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Ivan Thays
Escritor peruano (Lima, 1968) autor de las novelas "El viaje interior" y "La disciplina de la vanidad". Premio Principe Claus 2000. Dirigió el programa literario de TV Vano Oficio por 7 años. Ha sido elegido como uno de los esccritores latinoamericanos más importantes menores de 39 años por el Hay Festival, organizador del Bogotá39. Finalista del Premio Herralde del 2008 con la novela "Un lugar llamado Oreja de perro"
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